La hiperactividad y los colorantes alimentarios artificiales
Hace más de 30 años, se sugirió que la hiperactividad relacionada con las dificultades de aprendizaje podía atribuirse en gran medida a los colorantes alimentarios artificiales, así como a ciertas frutas y verduras que contienen salicilatos y azúcar. Desde entonces, numerosos científicos han intentado probar estas teorías, pero los resultados siguen siendo controvertidos.
¿En qué consiste el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)?
Como
promedio, el TDAH afecta a un niño por clase; se trata de niños
impulsivos, con tendencia a moverse y hablar en exceso, e incapaces de
mantener la atención y organizar tareas. Los niños con TDAH pueden
experimentar serias dificultades en su rendimiento escolar y uno de cada
dos arrastran este lastre en su vida adulta, ya que son incapaces de
conservar un empleo o incluso de atender sus compromisos.1
Se
desconoce la causa precisa del TDAH, aunque hay indicios de que tiene
una gran influencia genética. En investigaciones recientes se han
descubierto diferencias en la actividad cerebral de los niños con TDAH
en comparación con la de niños sin TDAH, particularmente en las áreas
que regulan la atención, la concentración y la inhibición de impulsos.2
Los
medicamentos psicoestimulantes, como la anfetamina y el metilfenidato,
se utilizan de forma generalizada para ayudar a controlar los síntomas,
pero no curan el trastorno. La popularidad de estos fármacos está
causando una creciente preocupación sobre su posible abuso y la falta de
información acerca de sus efectos a largo plazo.
¿Tiene la dieta algo que ver?
Durante
la década de 1970, los artículos científicos afirmaban que entre un 30 y
un 50% de los niños hiperactivos mejoraban al seguir una dieta carente
de ciertas sustancias, como colorantes alimentarios artificiales y
salicilatos (estos últimos están presentes de forma natural en frutas y
verduras como las manzanas, las cerezas, las uvas, las naranjas o los
tomates).3 Otros estudios pusieron a prueba esta dieta y varios aditivos
alimentarios durante las décadas de 1970 y 1980, con resultados
variables; algunos hallaron que la dieta tenía una gran influencia en el
comportamiento, mientras que otros encontraron que su influencia era
mínima.
En 1982, el Instituto de Salud
norteamericano (National Institute of Health, NIH) concluyó que las
restricciones alimentarias beneficiaban a un pequeño porcentaje de niños
con TDAH.4 Recomendó realizar más investigaciones y apuntó que el
progreso en este ámbito se ve dificultado por una comprensión limitada
del TDAH y por la falta de procedimientos diagnósticos estándar que sean
eficaces. Por ejemplo, muchos niños con TDAH también padecen alergias
alimentarias. Dado que las alergias alimentarias pueden, por sí mismas,
causar problemas de conducta, es posible que algunos niños a los que se
les haya diagnosticado el TDAH en realidad no padezcan este trastorno.
Sin
embargo, los estudios y publicaciones más recientes han detectado una
influencia substancial de la dieta en el TDAH. En 2004, una publicación
analizó 15 ensayos cruzados doble ciego que empleaban colorantes
alimentarios artificiales similares.5 Con una dieta carente de este tipo
de colorantes, el promedio de mejoría en la conducta era de entre un
tercio y la mitad del observado con tratamiento médico, y se daba tanto
en niños con TDAH como en niños "normales". Este resultado no respalda
la hipótesis de que los niños hiperactivos y los "normales" puedan
reaccionar de manera diferente a estas sustancias. Otro estudio
realizado en 2004 ha confirmado estos resultados en niños en edad
preescolar.6
Por lo tanto, las pruebas no son
concluyentes en su conjunto y, en el mejor de los casos, resultan
difíciles de interpretar. Se han empleado métodos muy diferentes de unos
estudios a otros para evaluar los efectos de la dieta: en algunos se
sometieron a prueba dietas enteras, mientras que en otros sólo se hacía
con ingredientes aislados; en unos se añadían ingredientes alimentarios,
y en otros se suprimían; en algunos se utilizaron como sujetos a niños
sensibles a ciertas comidas, mientras que en otros se seleccionaron a
niños con problemas de conducta o con TDAH, etc.
¿Deberíamos preocuparnos por los colorantes alimentarios artificiales?
No
hay una respuesta científica definitiva sobre el papel de los
colorantes alimentarios artificiales en el TDAH. No obstante, las
personas que quieran evitar su consumo pueden saber si un producto
alimentario los contiene leyendo la lista de ingredientes. Se cree que
otros factores de la dieta desempeñan un papel en el TDAH; se han
observado deficiencias de ácidos grasos de cadena larga omega-3 ó 6 en
algunos niños con TDAH. Muchos padres y algunos profesores están
convencidos de que hay una relación entre la dieta y el TDAH; quizás las
personas más cercanas a los niños son capaces de percibir efectos de la
dieta que los médicos no detectan. Es preciso realizar más estudios
sobre el posible impacto negativo de componentes específicos de la dieta
en el comportamiento infantil.
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